Ingredientes (4 personas)
½ litro de leche.
200 gramos de azúcar.
2 huevos.
150 gramos de harina.
100 gramos de queso fresco o queso crema.
100 gramos de mantequilla derretida.
Ralladura de limón.
1 palo de canela.
Ponemos la leche a calentar con la ralladura del limón y un palo de canela. Cuando empiece a hervir se deja que dé un hervor y se retira del fuego para que se enfríe un poco. Colamos la leche y lo reservamos.
Disponemos los huevos en el vaso de una batidora, el queso, el azúcar y la mantequilla derretida. Batimos hasta que esté todo bien mezclado y, a continuación, se añade la harina poco a poco y se sigue batiendo hasta que quede una crema.
Agregamos esta crema a la leche templada y volvemos a batir con la batidora hasta que quede una mezcla homogénea y fina. Engrasamos un molde bajo o varios pequeños con mantequilla y se vierte la crema.
Introducimos en el horno precalentado a 180ºC y se cuece durante 40 minutos o hasta que se cuaje por completo. Para saber si la quesada está cuajada basta con pinchar en el centro con una aguja y si sale limpia ya podremos sacarla del horno. Dejamos enfriar y desmoldamos.
Comentario dietético
Todo lo que tiene de nutritivo esta receta lo tiene de calórico. La suma de azúcar, harina, mantequilla, queso y huevos, convierte a esta receta en un plato concentrado en energía, rico en hidratos, proteínas y grasa. Es por ello que el mejor provecho puede ser tomarlo entre horas, por ejemplo acompañando al café o al té de la tarde, o de postre, pero en pequeña cantidad, para que resulte indigesto. Como con todos los postres dulces, la clave de su consumo está en la moderación. Saborearlos de vez en cuando se convierte en un deleite para los sentidos, sin trastornar nuestra dieta y nuestra salud.
Todo lo que tiene de nutritivo esta receta lo tiene de calórico. La suma de azúcar, harina, mantequilla, queso y huevos, convierte a esta receta en un plato concentrado en energía, rico en hidratos, proteínas y grasa. Es por ello que el mejor provecho puede ser tomarlo entre horas, por ejemplo acompañando al café o al té de la tarde, o de postre, pero en pequeña cantidad, para que resulte indigesto. Como con todos los postres dulces, la clave de su consumo está en la moderación. Saborearlos de vez en cuando se convierte en un deleite para los sentidos, sin trastornar nuestra dieta y nuestra salud.
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