El objetivo es comprobar la eficiencia energética de su diseño bioclimático
Si todos los edificios fueran como éste, hacer frente a la factura de la luz sería cosa de risa. Y luchar contra el cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero resultaría más sencillo.
Porque el nuevo bloque de oficinas inaugurado en la Plataforma Solar de Almería puede llegar a reducir hasta en un 80%-90% el consumo de energía convencional. Y ese mínimo del gasto que no se puede evitar se abastece con fuentes renovables, gracias a la generación energética solar.
Eso son al menos los cálculos de los arquitectos e ingenieros de diversas instituciones públicas y privadas españolas que han participado en su diseño. Parece el edificio perfecto, la cuadratura del círculo, la oficina con factura energética cero.
¿Se generalizará pronto su construcción? No inmediatamente, porque de momento se trata de comprobar si el edificio recién abierto cumple las previsiones de sus diseñadores. De hecho, forma parte de un proyecto de investigación que se extenderá hasta 2010 y en el que el propio edificio y sus ocupantes serán los conejillos de Indias: decenas de sensores medirán en condiciones reales de uso si la construcción cumple las previsiones de eficiencia previstas.
El secretario de Estado de Universidades e Investigación, Miguel Ángel Quintanilla, fue el encargado, a finales de diciembre, de inaugurar el edificio, que forma parte del llamado Proyecto Singular y Estratégico ARFRISOL.
La iniciativa, promovida por el Ministerio de Educación y Ciencia, tiene un presupuesto de 40 millones de euros y en ella participan el CIEMAT (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), las universidades de Oviedo y Almería y diversas empresas de la construcción y de la energía solar.
El objetivo es desarrollar cinco «prototipos arquitectónicos» que sirvan como ejemplo de inmuebles poco contaminantes, empleando la arquitectura bioclimática y la energía solar para solucionar los requerimientos de acondicionamiento térmico, calefacción y refrigeración.
El prototipo de Almería, cubierto de mármol blanco de Macael –piedra propia de la zona– brillaba al sol la mañana de la inauguración. En su cubierta sobresalían las placas encargadas de abastecerlo y, bajo la atrevida marquesina de su fachada sur, esperaban algunas de las personas que ocuparán sus salas desde ahora. Son los investigadores de la Plataforma Solar de Almería, una instalación del CIEMAT que se levanta en el municipio de Tabernas desde hace 30 años y que es un centro puntero en la investigación de la tecnología solar.
Ahora, como complemento a los diversas instalaciones de generación de energía que se levantan en los terrenos, también entra en funcionamiento un edificio que pone a prueba algunas de esas técnicas. Para Miguel Ángel Quintanilla, el edificio hace posible «el sueño de conseguir emisiones cero para frenar el cambio climático, además de ser un reto tecnológico y empresarial que permite vivir confortablemente sin destruir el medio».
El edificio bioclimático comenzó a construirse en 2006 y ocupa una superficie útil de 1.000 metros cuadrados, repartidos entre una veintena de despachos, un salón de actos y otras salas. Al enumerar los sistemas de eficiencia del edificio, sus diseñadores distinguen entre las «técnicas activas» que incorpora, como los captadores solares térmicos, las bombas de absorción y los paneles fotovoltaicos, de las «técnicas pasivas». Entre estas están las chimeneas solares, la doble pérgola de sombreamiento en la cubierta, el sistema radiante a cielo nocturno o la ventilación cruzada.
Algunas de esas técnicas empiezan por algo tan simple como un buen diseño arquitectónico. Por ejemplo, la marquesina de la fachada sur está construida de tal modo que la luz del sol entre en invierno por los ventanales, calentando el interior, pero en verano no llegue a dar directamente, evitando el calor.
El objetivo de la arquitectura bioclimática es demostrar que adaptando los edificios a las condiciones climáticas de cada terreno, como hacían los constructores con sentido común de antaño, y empleando las nuevas tecnologías, es posible evitar que las casas sean un sumidero de dinero y de energía.
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