Se llama Antonio Galera y su oficio consiste en recorrer el mundo en busca de la última cantera. Entre sus hallazgos, mármoles y piedras únicas que recubren las mansiones y edificios más caprichosos: wengué, iroco, arce, titanio... Cada uno de los viajes de este almeriense corre el riesgo de convertirse en una aventura a lo Indiana Jones
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Entre los 400 empleados del holding, que en 2006 facturó 42 millones de euros, hay uno con un cometido especial: se llama Antonio Galera. Nació hace 43 años en la localidad almeriense de Macael (cuna española del mármol, con 210 empresas y 5.600 trabajadores directos), y su intrépido trabajo consiste en rastrear los mejores pedregales del planeta en busca de las mejores vetas. Menudo, con don de gentes y "pinta de gitanillo", este licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Granada, casado y con dos hijos, es el responsable del departamento de compras internacionales de la empresa. Un cargo que le obliga a interpretar el papel de Indiana Jones... en busca de la cantera perdida.
Siempre de avión en avión, Galera trabaja fuera de España tres semanas al mes. "Mi tiempo libre lo dedico a estar en casa con mi familia", dice. Recién llegado de China (donde Tino acaba de inaugurar un parque empresarial a 100 kilómetros de Shanghai, con una inversión de 23 millones de euros), nos recibe en una de las 12 tiendas que la multinacional tiene repartidas por Europa y Asia, concretamente en una sucursal del madrileño barrio de Salamanca. Concebidas como galerías de arte, estas petrotiendas albergan pedruscos procedentes de medio mundo que, una vez cortados y pulimentados, se exhiben en las vitrinas para tentación de arquitectos y diseñadores. En ellas, el visitante puede apreciar areniscas que imitan la calidez de la madera, basálticas de estética industrial, calizas de un blanco luminoso... Variedades que visten fachadas, salones o baños y que nuestro particular Indiana Jones conoció antes que nadie en su estado primigenio. Si la montaña no va a Mahoma...
Dosis de adrenalina. Sus exploraciones no están exentas de aventura, emoción y peligro. "Para comprar una piedra caliza llamada halila tengo que negociar con canteros árabes y fabricantes judíos, y eso me obliga a viajar en coche desde Jerusalén a Hebrón (zona palestina controlada por Hamás), sin saber muchas veces quién es el interlocutor válido y rodeado de armas", comenta a modo de ejemplo. "Por el contrario, desde una cantera de travertino en Armenia, puedo emocionarme contemplando el monte bíblico de Arará, en cuya cima se supone que Noé plantó vid e inventó el vino. Los canteros armenios sienten ese monte como propio, aunque hoy pertenece a Turquía, y acaban contagiándote su nostalgia".
Cuando se le pregunta por sus peores experiencias, suelta una cita del psiquiatra Rojas Marcos: "La felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria". Pero cómo olvidar aquella avería en pleno de- sierto egipcio, esperando horas y horas a los guías mientras anochecía; o aquella tormenta seca en Turquía; o la explosión de dinamita que destrozó el Lincoln americano en el que viajaba, a su paso por una carreterucha china sin señalizar.
La prospección de la cantera pasa por una fase previa de documentación e investigación. "Yo viajo a las ferias internacionales, abro bien los ojos y, en función de la tendencia previa que queramos desarrollar (ahora se lleva la línea metálica), busco un tipo de piedra determinada: desde una ónix de Irán a un travertino de Armenia", explica junto a una foto del restaurante Real Café Bernabéu, cuyos suelos están forrados de wengué, una piedra con apariencia de madera oscura que halló en la provincia china de Sichuan. "Cuando doy con la piedra, tiro del hilo hasta contactar con los proveedores extranjeros y me desplazo hasta el yacimiento, aunque a veces no existe cantera, ni proveedor, ni tejido industrial, y entonces hay que crear todo desde cero. Una vez allí, el apoyo de un guía local que te facilite el acceso a la zona, y de un traductor que te ayude a negociar con los propietarios, es fundamental. Tras reunirme con las autoridades locales, a fin de solicitar los permisos de explotación, hago la primera prospección, regreso con varias muestras y las presento al comité de desarrollo de la empresa".
A continuación, esas muestras se someten a varias pruebas fisicomecánicas (durabilidad, resistencia, absorción, etcétera) en el Centro Tecnológico Andaluz de la Piedra. "Una vez validadas, se diseñan las texturas y complementos que acompañarán a esa piedra. Para saber si la pieza tiene aceptación, se hace un sondeo entre arquitectos y diseñadores, paso previo a la presentación oficial", concluye el responsable de compras internacionales de Tino, quien, después de una década en el oficio (le ficharon en 1997), conoce como la palma de su mano los 15 yacimientos que el holding explota en exclusiva en China, la India, Egipto, Turquía e Italia, así como las seis canteras propias de Almería, Soria y Granada.
Montañas de Historia. Fenicios, árabes y romanos han explotado a lo largo de los siglos las entrañas de la sierra almeriense de Filabres para obtener el preciado mármol blanco de Macael –en la actualidad también se trabajan variedades como el Amarillo Triana, el Amarillo Macael o el Amarillo Indalo–, utilizado secularmente en la construcción y decoración de sarcófagos, palacetes y teatros.
Desde comienzos del siglo XX, fecha en que ya se registraban 25 fábricas en la zona, el "blanco Macael" también ha sido el pétreo sustento de la familia Galera, dedicada desde entonces al transporte. "Mi abuelo empezó transportando el mármol en carros tirados por bueyes; recorría siete kilómetros desde la cantera hasta la estación de tren, hasta que, poco antes de la guerra, cambió los bueyes por un pequeño camión. Posteriormente, mi padre montó su propia empresa de transporte, pero yo siempre estuve desvinculado del negocio, porque mi madre prefirió darme una carrera", recuerda Antonio. No obstante, tras licenciarse en Físicas, empezó a trabajar como comercial en varias fábricas del sector, hasta recalar en una hispano-saudí que le llevó a viajar con asiduidad a Arabia Saudí. Su experiencia internacional le sirvió para ser contratado en 1997 por Tino Stone Group como responsable de exportación. Por entonces, su paisano Antonio Valdés Cosentino, Tino, ya había consolidado su negocio con la apertura de nuevos mercados en Kuwait, Emiratos Árabes, China... Necesitaba un hombre de confianza, y el hecho de que Galera fuera de Macael ayudó. El buscador de canteras reconoce que es un rara avis dentro del sector. "Pero mi trabajo es singular porque Tino es una empresa singular. La mayoría de las compañías compran lo que el mercado demanda, pero la estrategia global de Tino es crear esa demanda. Hay materiales como el iroco, el arce, el grafito o el titanio –que cuestan entre 80 y 110 euros el metro cuadrado–, que prácticamente sólo trabajamos nosotros".
Si el precio bruto de la piedra es de unos 10 euros el metro cuadrado, el precio industrial puede llegar a los 120 euros. "Lo que encarece el valor final es el corte del bloque en banda, el corte de la baldosa que se extrae de esa banda, el transporte, el tratamiento para obtener diferentes texturas, el embalaje o la comercialización". Luego la razón para explorar canteras fuera de nuestras fronteras no obedece necesariamente a abaratar costes: "Trabajamos un producto de gama media-alta sin que nos importe el precio de la piedra. Lo esencial es dónde localizarla. Si la piedra wengué estuviera en Mazarrón, la buscaríamos en Mazarrón, pero la naturaleza es arbitraria y la ha puesto en Shandong o Rajastán". La vida útil de una cantera es de unas tres generaciones, "por eso, lo único que exigimos a un nuevo yacimiento es que tenga recursos suficientes para poder explotarlo durante un mínimo de 15 ó 20 años. Sin esa condición, ni siquiera nos planteamos la comercialización del producto".
Recientemente, Tino Stone Group ha llegado a un acuerdo de explotación con una cantera de República Dominicana, rica en una piedra coralina, que es muy apreciada para la decoración de las casas de la costa Este de Estados Unidos, y ha hecho prospecciones en canteras de granito de Argentina. Nuevas y suculentas vetas que proporcionarán nuevas aventuras al intrépido Galera Jones. Paradójicamente, nuestro personaje no colecciona ninguna piedra de especial valor sentimental: "Yo soy como Julio Iglesias, que al parecer no guarda en casa ni discos suyos ni fotografías de sus actuaciones. Cuando entro por la puerta de mi casa, desconecto y me convierto en padre".
por JUAN CARLOS RODRÍGUEZ
fotografías de LUIS DE LAS ALAS
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