domingo, 5 de abril de 2009

¿Por que no marmol de Macael ?

La reforma de San Telmo estará lista en un año
Este artículo tiene, tal cual están las cosas, dos enfoques posibles: el político –porque el PP llevaba exigiendo entrar a ver la rehabilitación del palacio de San Telmo varios meses y reclamando información sobre el expediente de obra y sus costes– o el estrictamente patrimonial, que bien vale la pena porque hablamos de un edificio señero en la ciudad del que se conocen sus perfiles, pero poco más.

Atendiendo a uno y otro enfoque, se dirá que ayer la Junta accedió a que los diputados del Parlamento andaluz visitaran, con prensa incluida, los pormenores de la obra. Ejerció de cicerone el responsable de la obra, el afamado arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, quien se despachó a gusto con tres horas de explicaciones en las que intentó sacudirse tanta polvareda polémica aparejada a su proyecto desde que lo concibió.

“He querido escuchar al viejo edificio en la convicción de que sólo éste me sugeriría el camino que seguir”. En esta frase se resume su filosofía de trabajo en San Telmo, justificando así el porqué acabó con los patios y la reforma acometidos por José María de Basterra cuando, en 1926, alteró seriamente la fisonomía del edificio por encargo del Arzobispado, su inquilino entre 1901 y 1989 –que lo usó como Seminario Metropolitano para la formación de sacerdotes–. Basterra afeó y vulgarizó un inmueble que hunde sus raíces a fines del siglo XVII, cuando la Sevilla del monopolio comercial con las Indias necesitaba agrandar su Escuela de Mareantes –hasta 1681 en la actual Casa de las Columnas de Triana– y fijó domicilio social al otro lado del río.

A lo que queda de este viejo edificio fundacional es a lo que apela Vázquez Consuegra para razonar su limpieza arquitectónica. La misma que ha sido y es seriamente cuestionada por los conservacionistas porque entienden que en un edificio que ostenta la máxima catalogación patrimonial –la A, como la Catedral– no debía permitirse tocar nada de lo heredado, sea bueno o no. “Es que el palacio nunca debió ser declarado en su integridad Monumento Nacional, porque está claro que no todo lo es; si usted viera cómo se hizo el expediente en su día...”, defiende el arquitecto, que lleva supervisando la rehabilitación y reforma de San Telmo desde septiembre de 2005. Su resultado, polémicas aparte, se podrá enjuiciar con todo lujo de detalles en 2010, cuando el lugar reabra sus puertas como sede de Presidencia de la Junta, pero también como enclave patrimonial. No por menos, su capilla barroca –una desconocida–, la cripta contigua, el nuevo auditorio con 100 butacas y los restos –de cerámicas, de enterramientos romanos y de los muros de la vieja Escuela de Mareantes– aparecidos bien merecen habilitar una ruta, y se hará, según la Junta.

Hasta aquí la parte patrimonial. Es el turno de la lectura política. Y en esto la Junta, probablemente sin querer, abonó más aún el campo de la controversia. Uno: con el presupuesto de la obra. Vázquez Consuegra cifró la ejecución material en unos 32 millones de euros, cuando, minutos antes, fuentes de la Junta informaban de que, con los proyectos modificados y actualizaciones de precios que lleva la obra, ha consumido ya más de 41,5 millones. El PP, por boca del diputado popular Jaime Raynaud, elevó el montante “a más de 68, y esperemos que no sean más...”. Encima, el arquitecto, en un arranque de independencia, tildó el presupuesto de “escasísimo”...
Dos: la no-residencia de Chaves. Lo aclararon por activa y por pasiva: “Chaves no vivirá en San Telmo”; pero el PP no quería escuchar. Se quedó con que se han reservado unos 350 metros cuadrados para uso residencial del presidente de la Junta, sea quien sea. “Un 1,5% del total del palacio”, matizaba Vázquez Consuegra. Daba igual: “Tiene vistas privilegiadas, ascensor propio...”, oponía Raynaud.

Tres: el uso. Con lo nutrida que era la representación de la Junta en la visita de ayer, nadie acertó a explicar cómo se repartirán los usos del edificio. “Eso depende de Presidencia”, se oía. “Nos produce zozobra no saber, a un año del teórico estreno, qué parte será administrativa y qué parte podrá visitarse”, replicaba Raynaud. Teniendo tanto tiempo para preparar la visita de ayer, bien podría haberse consensuado una respuesta algo menos abierta.

Y cuatro: el mármol. El elegido para ensolar el palacio es el de Carrara. Según los técnicos, “el más compacto y resistente, además de barato en relación calidad-precio”. El lío estaba servido: Raynaud lo explotó: “¿Por qué esos miles de metros cuadrados de mármol no se han comprado en Macael para ayudar a nuestra industria andaluza con la que llueve en forma de crisis?”. Sólo que sí habrá mármol de Macael: el que revista buena parte de la obra nueva de Consuegra.
NOticia de El Correo de Andalucia.

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