viernes, 28 de diciembre de 2007

El delicioso Roscón de Reyes


¿Qué sería de la jornada del 6 de enero sin el tradicional Roscón? Es un hecho incuestionable que el Día de Reyes ya no se concibe sin los regalos que traen Sus Majestades los Magos de Oriente y sin este delicioso postre, que acumula en su haber una tradición de más de 500 años. El secreto del sabor inigualable del Roscón está en una exquisita mezcla de harina, levadura, azúcar, mantequilla, huevos, ralladura de cítricos, agua de azahar, frutas escarchadas y almendras. Su origen es, para muchos, incierto. El mayor promotor de este dulce fue el rey francés Luis XV. Cuenta la historia que el cocinero de la Corte, de origen eslavo, quiso agasajar al Monarca el día de la Epifanía con un roscón tradicional de su tierra, pero con una sorpresa en su interior: un medallón de diamantes que compró gracias a la colaboración de otros miembros del servicio. Mientras que la tradición se perdía en Europa del Este, Luis XV quedó encantado con el invento y se dedicaría a propagarlo, con una moneda en su interior como sorpresa, entre la aristocracia francesa y europea. Así fue como, a lo largo del siglo XVIII, llegaría a España, donde recibió una excelente acogida. Pronto la costumbre pasaría de los nobles al pueblo llano, siendo Madrid y Sevilla importantes baluartes de esta obra maestra de la repostería. Poco a poco, todo el país y sus colonias (sobre todo México) se fueron dejando seducir por su sabor único.

Moneda, haba y figura
Aunque Luis XV es una personalidad muy nombrada a la hora de hablar del origen del Roscón, no todos los expertos le designan como promotor. Otros estudiosos creen que fueron los romanos, que celebraban a principios de año una fiesta en honor al dios Jano, en la que se comían pasteles con un premio dentro. La fiesta de Le Roi de la Fave, una celebración francesa que data del siglo XI, sería una recuperación de la antigua festividad romana.
En este caso, la celebración consistía en introducir un haba dentro de una rosca dulce. Quien encontrase el haba de la suerte sería coronado Rey por un día. Sin embargo, el Roscón de Reyes llegó a España sin la legumbre: la sorpresa consistía exclusivamente en la moneda. Esteban Fernández, representante de los pasteleros artesanos madrileños, achaca a los reposteros catalanes la reaparición del haba. La judía simboliza la regeneración, el resurgir de la vida, el año nuevo.
Respecto al premio, en Cataluña la moneda se iría sustituyendo por una figurita, una tendencia que se acabó extendiendo a casi toda España. Según la tradición, la persona que recibe en su pedazo de Roscón la figurita, tendrá suerte durante el año nuevo, ya que los Reyes Magos le conceden protección. Por su parte, el que recibe el haba tendrá que pagar el postre.

Con o sin relleno
Actualmente el Roscón constituye un dulce típico de las fiestas navideñas que, con ligeras variantes, se come en distintos países de tradición católica (México, Portugal, Francia). En España es difícil imaginarse la jornada de la Epifanía sin un pedazo de este bollo tras la comida familiar de Reyes, aunque la forma de comerlo ha ido adaptándose progresivamente a los gustos del consumidor.
Un ejemplo son los diversos rellenos. En las pastelerías podemos encontrar roscones tradicionales, con la masa de siempre, y roscones rellenos, normalmente de nata o trufa, o bien de crema pastelera o cabello de ángel, todo depende de los gustos del público. De hecho, como una innovación más, también se comercializan roscones rellenos de crema de castañas (o marrón glacé).
El relleno de nata se generalizó a partir de los años 50 y 60. Anteriormente, aunque se conocía, no se utilizaba para repostería porque se carecía de los instrumentos adecuados de conservación. La buena aceptación de esta variedad es un hecho: según datos de la Asociación de pasteleros de la Comunidad de Madrid, entre un 30 y un 40% de la producción de Roscón se vende relleno.

Roscones auténticos
Los pasteleros, asimismo, advierten de la proliferación de roscones de Reyes falsos, elaborados con masa de suizo, más barata y con menos sabor que la del Roscón de siempre. Aunque los reposteros madrileños incorporan su sello de calidad como garantía, no hay un modo, a simple vista, de distinguir el roscón tradicional del plagio hecho con suizo. Sólo se distingue al consumirlo.
"La mejor manera de reconocer dónde se hace el clásico Roscón artesano". Los clientes satisfechos que acuden masivamente a su pastelería de siempre a comprar Roscón son la mejor garantía de calidad".

Ingredientes:
• harina, 1/2 kilo
• frutas escarchadas,

• levadura de panadería, 40 gramos
• azúcar, 100 gramos
• leche entera, 125 centilitros
• ron añejo, 1 copita
• huevos, 3 unidades
• agua de azahar, 1 copita
• mantequilla, 120 gramos
• ralladura de naranja ,
• ralladura de limón,
• sorpresa resistente al calor,
• sal, 10 gramos

Elaboración

Hay que comenzar a hacer el bollo amasando la mitad de la harina con levadura y 100 cc. de leche tibia para, depués, hacer unos cortes en la parte superior de la masa y taparlo con un paño. Así hay que dejarlo reposar durante 90 minutos en un lugar cálido, sin corrientes de aire. Seguidamente, se baten los huevos con la mantequilla, que previamente se habrá derretido y se añade la sal, el azúcar, el ron, el resto de la leche, el agua de azahar, las ralladuras de frutas, se une la harina restante y todo ello se amasa durante un buen rato. A continuación, se suma la masa que se había dejado reposar y se trabaja todo con energía hasta que se obtenga una masa fina y elástica. Con ella se hace una bola, se coloca en un recipiente, se tapa con un paño y se vuelve a dejar en reposo durante 3 horas para que doble su tamaño. Por otro lado, se engrasa una bandeja de horno y se amasa la pasta suavemente, haciendo primero un rollo y luego juntando las puntas de forma que se obtenga una corona. Así se deja subir durante otras dos horas y, trascurridas éstas, se pinta la masa con huevo batido, se adorna la superficie con las frutas escarchadas y se inserta la sorpresa. A continuación, se introduce la bandeja en el horno precalentado a temperatura media-fuerte durante unos 40 minutos, hasta que se encuentre dorado por fuera y cocinado en su interior. Hay que tener en cuenta que no le debe dar el aire en ningún momento durante el proceso de fermentación.

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